Nos vamos de feria

¿Alguien se ha parado a escuchar el sonido de su corazón?

¡Yo si! Suena fuerte, seguro y, si escucha música, hasta se acelera y no sé por qué. ¡O quizás sí!

A mi pequeño bombón le gusta la música y no cualquier música:
le gustan las canciones infantiles que puede cantar y tararear,
la música relajante de fondo mientras le leo un cuento,
también le gusta la música que sale de la radio (como dice ella) y puede bailar, girar y volar.

Pero es selectiva y a veces algunos sonidos le hacen vibrar, igual que a mí.

Esa canción que escuchamos y que resulta que, un día viajando los tres juntos en el coche, la escuchamos por casualidad y nos hizo reír. Serán por esas gotitas que llevamos en nuestra esencia, en ese adn que no vemos pero que siempre nos acompaña.
Esa musiquita que recordamos de cuando éramos pequeños, un día la escuchas y se te pone la piel de gallina.
¡Esa sensación es! Ese flamenkito que mi papá nos ponía alguna vez y que el día menos pensado regresa. En mi caso, lo recuerdo con mucho cariño y será por eso, por esas gotitas que hacen que se llene un vaso, gotitas con muchos recuerdos, momentos, sensaciones…

Y sin quererlo y queriendo, mis queridas Runners disfrutan con la música y quién sabe por qué se calzan sus bambas rojas, se ponen una flor roja en la cabeza y se abanican como sólo una flamenkita sabe hacerlo.